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Vivimos en un entorno cambiante, en un entorno laboral muy competitivo y con un avance vertiginoso de la tecnología.

 Según el diccionario de la R.A.L.E. CAMBIO significa: acción y efecto de cambiar.

El cambio es un proceso a través del cual se pasa de un estado a otro, llevará implícito modificaciones o alteraciones de la realidad en un individuo, grupo, equipo, departamento, empresa, o la sociedad por extensión.

Actualmente (y desde hace ya bastante tiempo atrás), vivimos en un constante “cambio”, y se nos hace necesario afrontar los mismos de forma adecuada para tener éxito profesional.

La gestión del cambio es una competencia necesaria, que está vinculada directamente con otras como la flexibilidad, versatilidad y sin dejar de mirar otras dos como son: control de estrés y por supuesto gestión de conflictos (dónde hay cambios hay conflictos).

Como decimos en coaching, obsérvate sin juzgarte (con una mirada limpia), va a permitirte conocer…:

  • Cómo afrontas los cambios.
  • Si actúas con flexibilidad ante ellos y si cuentas con la capacidad de adaptarte.
  • Si experimentas estos cambios como parte de tu cotidianeidad o si los visualizas como adversidades y, entonces, los vives con incertidumbre, miedo e inseguridad.

Tomando conciencia de cómo actuamos ante los pequeños cambios, podemos ser capaces de predecir cómo lo haremos ante grandes cambios. De igual manera, si comenzamos a potenciar nuestra habilidad para gestionar los cambios pequeños, estaremos entrenándonos para conseguir afrontar de manera adecuada los cambios más relevantes y significativos.

Estas son las 3 piezas principales (C.R.A.) para entrenar la habilidad de la gestión del cambio.

  1. Toma de Consciencia
  2. Asume tu Responsabilidad
  3. Entra en Acción.

Tomar consciencia.

 Saber dónde estás y donde quieres ir es prioritario. ¿Qué quieres conseguir? ¿Qué te parece hacer una lista con los recursos que tienes y de los que te faltan? Te ayudará para llegar a tu objetivo.

Asume tu responsabilidad (o “respon-habilidad”)

Habilidad para dar respuesta a todo que te sucede en el entorno y asumir tu liderazgo, o sea, autoliderarte.

 En este segundo punto es importante lo siguiente:

¿Qué grado de control tienes sobre los acontecimientos “locus de control”? El control, es la percepción que tiene una persona acerca de dónde se localiza el agente causal de los acontecimientos de su vida cotidiana. Es el grado en que un sujeto percibe que el origen de eventos, conductas y de su propio comportamiento es interno o externo a él.

El locus de control es “una medición de la capacidad de control y autocontrol, hasta qué punto los sujetos logran controlarse ante eventos sociales o de lo contrario cómo son influenciados por estos en su actuar”

Lo principal es aceptar que las cosas suceden porque nosotros hacemos que sucedan, y esto es locus de control interno: percepción del sujeto de que los eventos ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones, es decir, la percepción de que él mismo controla su vida. Estas personas valoran positivamente el esfuerzo, la habilidad y responsabilidad personal.

Además, experimentan mayores satisfacciones personales y tienen una imagen de sí mismos más positiva que los individuos con locus de control externo (lo que consigo se debe a mi familia, amigos, conocidos, o sea que atribuyen méritos y responsabilidades a otras personas).

Como puedes ver está relacionado con el grado de control que percibe sobre los acontecimientos, si puede cambiarlos o no, y por supuesto, incide sobre la autoimagen en términos de autocompetencia, y por supuesto, influye en la autoestima.

Entra en acción

De nada te sirve tomar consciencia, asumir responsabilidad si no entras en acción. Tus acciones determinarán tu éxito, sin acciones no conseguirás nada de nada.

Una de mis seguidoras en el blog (Lucía) me decía en un comentario:

Pasar a la acción a veces es la más difícil, por miedo o pereza a cambios

Aquí entra en juego la motivación y la automotivación (ese empujoncito que…nos pone en acción)

Buda decía:

En el universo hay una ley que no cambia, y es la ley de que todas las cosas cambian y de que nada permanece

 

Además, sabemos que los que sobrevivirán a nuestra especie no serán ni los más fuertes ni los más inteligentes, sino aquellos que sean más flexibles y más capaces de adaptarse a los cambios, aquí puedes consultar las teorías de Herbert Spencer y Charles Darwin.

Y además en la 4ª revolución industrial en la que estamos inmersos hay que añadir “ser el más rápido”, ya que las personas nos ayudaremos de las nuevas tecnologías para impulsar e implantar la digitalización en nuestras empresas y hacer posible la transformación digital.

Aunque lo anterior lo tengamos muy claro, los procesos de cambio suelen fracasar por nuestra falta de adaptación a los mismos.

 Hay distintos factores que pueden influir en que a una persona le resulte más complicado cambiar o adaptarse a los cambios, por ejemplo:

  • Atención selectiva. Percibir lo que se adapta a nuestro punto de vista únicamente.
  • Temor a lo desconocido.
  • Razones económicas.
  • Necesidad de seguridad, control, influencia, posición…
  • Los hábitos adquiridos.
  • La propia personalidad.
  • ¿y tú…cuáles añades…?
 

Tres estilos (o reacciones) a la hora de afrontar los cambios (el semáforo de reacciones ante un cambio)

  1. NEGACIÓN: La persona no está dispuesta a realizar ningún cambio dentro de su plan establecido; aunque ello suponga pérdidas de negocio, beneficios personales, etc. Niega y no está dispuesta a aceptar el cambio.
  2. ACEPTACIÓN: La persona se adapta a los cambios que surjan, aunque no lo vive como una oportunidad, ni ve los posibles beneficios de esos cambios. Simplemente cambia para poder “salvar” la situación. Acepta y se pone en acción.
  3. POSITIVA: La persona se adapta a los cambios e incluso ve beneficios en ellos. Estos beneficios los promociona, los contagia, los promueve y hace que muchos de sus compañeros de equipo o grupo “lo sigan”.

¿Cómo trabajo para gestionar de una forma adecuada los cambios?

  1. Observarnos sin juzgarnos: cómo afrontamos los cambios, si actuamos con flexibilidad, si los sentimos como parte de nuestra cotidianeidad o los vivimos como adversidades.
  2. Identificar las emociones que nos provocan los cambios, para poder actuar sobre ellas convenientemente, si nos facilitan o impiden avanzar.
  3. Comenzar a buscar otras posibilidades de acción cuando aparecen cambios externos a nosotros.
  4. Comenzar a introducir cambios en nuestra vida, dejar algunas cosas sin planificar, aprendiendo a adaptarnos a lo que surja.
  5. Enriquecer el entorno con nuestras aportaciones y formas diferentes de hacer las cosas.
 

Trabajar en el desarrollo de la habilidad “gestión del cambio” nos ayudará a ser más empleable, mejoraremos a nivel personal y profesional:

  1. Nos permitirá ser más competente ante las adversidades que se presentan todos los días.
  2. Ayuda en nuestro aprendizaje y por tanto en nuestra mejora.
  3. Facilita al equipo y la organización la proactividad hacia el cambio y el aumento de la probabilidad de éxito.
  4. Facilita el buen ambiente y la integración en los equipos de trabajo.
  5. Agiliza la resolución de conflictos y los minimiza.
 
 
 

Gracias por acompañarme hasta aquí

4 comentarios en «Cómo abrazar el cambio para tener éxito profesional»
  1. Muy bueno Jota.
    Y la motivación es fantástica, pero si no se tiene, la automatización será nuestra mejor herramienta.
    No me acuerdo, pero alguien dijo que; el único amor, cosecuente, fiel, comprensivo, que todo lo perdona, que nunca nos defrauda y nos acompaña, es el amor propio 😉

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