En los últimos días hemos visto reportajes sobre el corredor de la muerte y como relataban que brutales asesinos ni se sentían culpables por sus terribles crímenes. Trasladado a nuestro día a día, ¿crees que estamos todos dispuestos a admitir errores y/o aceptar las críticas?
Quizás coincidas en que hay dos aspectos fundamentales respecto a los errores.
- Que todos los comentemos, y…
- Que somos especialistas en señalar a los demás y cuando nos señalan a nosotros no veas como nos ponemos.
Nada hiere más el EGO que asumir que has tomado una mala decisión y que la crítica es acertada (eso lo sabe bien un “ego-mi-yo”).
Está claro que a nadie le gusta estar en el lado de la queja, la crítica o la insatisfacción.
Nadie es perfecto y las críticas son difíciles de aceptar. Hay que manejarlas y entrenarse. Hay que tirar de técnicas de relaciones. No es fácil pero tampoco imposible.
3 pasos para manejar las ituaciones de error
Desde mi experiencia podría decir que en tres pasos (bien entrenados) podemos manejar estas situaciones.
1. Crear clima abierto
En primer lugar, hay que crear un clima abierto, es decir donde “la gente nos abramos” y podamos recibir críticas constructivas.
En post anteriores ya hablamos de humanizar las organizaciones, y de la mejora del capital humano, entre otras con relaciones de calidad. Y da igual que la empresa sea pequeña, mediana o grande.
Hay que estar “predicando” que los errores forman parte natural de la vida. Y puestos a predicar, el mensaje se transmite mejor si se admiten los propios errores. ¡Pues sí, es culpa mía!, y no sólo se calmará en ambiente, sino que todo el mundo se volcará en darte ayuda. Hay que ver cómo funciona esto de la psicología humana.
La mejor lección es aprender a admitir tus propios errores
Si hablamos de líder, éste tiene que ser responsable de sus errores y debe dar cuenta de ellos, esto va de asumir responsabilidades y no acusar a los demás.
Una empresa que admite errores va a fomentar la creatividad y además será un sobre incentivo para que su gente se atreva a correr riesgos.
2. Pensar dos veces antes de echar la culpa o criticar a alguien
Contar hasta diez o contar hasta 100” si es necesario, es decir, pensar dos veces antes de echar la culpa o criticar a alguien.
Es posible que, en este tiempo de respiro, la persona que cometió el error, ya sabe cómo, por qué y qué debe hacer para que no se produzca. Entonces ya no hace falta decir nada de nada. No tiene sentido hacer que la gente se sienta peor de lo que se siente en esta situación ¿no crees? O es que la gente va a trabajar para hacer la cosas mal.
A mí me gusta saber que lo que hago sirve y que las críticas destructivas vayan a “papelera reciclable de su cerebro”.
Es como en el semáforo esperando, en un milisegundo se pone en verde y el 5º detrás de ti ya pitando. Aquí pasa igual, de forma inmediata el cerebro pregunta ¿quién tiene la culpa? Pues vaya como funciona nuestra mente.
Todos, todos, queremos encontrar a alguien para echarle la culpa y acribillarlo hablando de sus errores. Yo ante esto “levanto la mano, y solicito inmunidad parlamentaria”, “se asume el error y se trabaja comprometidamente para que no me vuelva a suceder”, poco a poco va calando y va funcionando.
Además, está muy claro. Las críticas hacen que casi siempre las personas se escondan, se alejen, te den la espalda. A estas alturas ya debería estar muy claro. El que recibe una crítica áspera, olvídate de él, de su creatividad, de sus propuestas de mejora, la empresa acaba de perder parte del potencial, de nuevo volvemos a la mejora del capital humano.
El objetivo es mejorar, no juzgar, para que el rendimiento se desarrolle
Por otra parte, es muy acertado pensar que las personas que mejor aceptan las críticas tienen esa parte auténtica de interés en mejorar.
En la cultura japonesa se atesoran los errores y/o equivocaciones como trampolín de mejora. Después de un conflicto el equipo mejora. Es la filosofía Kintsukuroi o Kintsugi., el poder de ser resiliente.
Y si la excepción confirma la regla, y si los has pensado más de dos veces y tienes que criticar, por favor, hazlo con respeto
3. Asegúrate que tus palabras sean recibidas en oidos bien abiertos
Nada de “sacrificio en plaza pública”, sino todo lo contrario. Contemporiza y asegúrate que tus palabras sean recibidas en oídos bien abiertos.
Crea un ambiente de receptividad para lo que tienes que decir. A la gente no nos gusta oír cosas negativas de uno mismo, por tanto, concéntrate en lo que haga bien, un proceso de crítica debe comenzar con elogios y una sincera valoración (Dale Carnegie).
Como ya sabes, dos no discuten si uno no quiere, esta es la forma de sacarle el máximo partido a una discusión. Si discutes con alguien, lo menosprecias o le gritas, estás perdido, ya que tu objetivo debiera ser: comunicar, persuadir y motivar. También creo que el 80% de las discusiones acaban en que cada parte está más convencida de llevar razón que al principio.
Admite con rapidez tus errores y emite lentamente tus críticas, pero por encima de todo, debes ser constructivo
“El objetivo es mejorar, no juzgar, para que el rendimiento se desarrolle”, me la quedo, espero poder asumir y trasladar su contenido. Gracias
gracias Rafa. Tú lo has resumido. Ahorita nos vemos
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